Estudiantes, catedráticos y público en general asistieron a la conferencia magistral: «Hacer Teología Hoy», organizada por la carrera de Teología En Línea. Este evento académico se desarrolló en las sedes de Guayaquil y Quito. Durante la conferencia los asistentes dialogaron sobre el papel de la teología y bioética en la sociedad contemporánea. Los expositores fueron Stéphane Vinolo, docente e investigador en fenomenología, ontologías, metafísicas modernas y contemporáneas y Guillermo Zuleta, investigador en temas de bioética de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Zuleta se refirió a la importancia de la bioética, a la que definió como un diálogo entre dos culturas: la científica y humanística. «La bioética debe buscar ser proyectiva, creativa y pedagógica; hay que crear actitudes más allá de conocer contenidos, entender a la persona en un sentido integral, sin descuidar su dimensión social y sentido transcendente», asi mismo resaltó que la universidad debe ser un espacio para la bioética porque permite interactuar con diversos conocimientos, alimentar un ciclo permanente de enseñanza – aprendizaje a través de la docencia, investigación, extensión del conocimiento y la reflexión crítica ante la realidad que vive el estudiante. «La teología y la bioética deben ser capaces de educar para la libertad y la responsabilidad para una vida entendida como un proyecto dinámico», finalizó.
Vinolo, por su parte, consideró que hacer teología es algo más que establecer un discurso sobre Dios. Una cosa es hablar de Dios y otra hablar a Dios. «Lo primero implica someterlo a nuestro lenguaje, hablar sin él, excluirlo de la conversación y encerrarlo en las categorías metafísicas de ser y conocer. En cambio, lo segundo descentraliza al sujeto y rompe estas condiciones», dijo. Agregó que la Teología está prisionera de las redes de la metafísica que se centra en encontrar las causas y no en abrir un diálogo razonable. En este sentido, Vinolo señaló que el discurso sobre Dios ha de verse complementado por el discurso desde el Dios «amor».
Justificó esta postura desde la fenomenología de Jean-Luc Marion, para quien el amor es la manifestación primera del don que se recibe. De este modo, los teólogos son «sujetos segundos que responden al don que aparece como amor. Cualquier elaboración teológica tendría que hacerse sin olvidar este aspecto», señaló.